ÚLTIMA HORA: Keanu Reeves adopta al fiel perro de Hulk Hogan en una despedida desgarradora que dejó la sala en silencio.
En medio de una capilla llena de flores blancas y velas parpadeantes, como recuerdos que se desvanecen bailando en la oscuridad, el funeral de la leyenda de la WWE Hulk Hogan se desarrolló en un silencio solemne y sagrado. Sin flashes ni discursos estruendosos. Solo se reunieron quienes lo amaron de verdad… y una pequeña alma silenció toda la sala: Duke, el fiel chihuahua de Hogan, acurrucado en el borde del ataúd, con la mirada fija en el lugar donde su mejor amigo ahora descansaba para siempre.
Duke no ladró. No gimió. Simplemente esperó, en silencio, fielmente, como si ese pequeño corazón aún esperara escuchar la voz familiar que le dijera una vez más: «Ven aquí, amigo». Una lealtad tan pura que atravesó incluso los corazones más reservados.
De repente, las puertas de la capilla se abrieron con un crujido. Una silueta oscura entró; sin destellos de paparazzi, sin anuncio. Keanu Reeves entró en escena con gracia y tranquilidad, pero su presencia resonó como una tierna cuerda que rompió el silencio del dolor